domingo, 21 de agosto de 2011

EL SECRETO MEJOR GUARDADO DE LOS EMPRENDEDORES EXITOSOS

Por: Marcelo Rabinovich
¿Por qué algunos profesionales se destacan en sus negocios y otros no? Muchas veces nuestras barreras psicológicas nos impiden lograr lo que nos proponemos y alcanzar el éxito.

Durante varios años vengo investigando en el campo de los negocios por qué algunos pocos profesionales se destacan en sus negocios y a la mayoría solamente “les va”. ¿Tienen condiciones innatas?, ¿Han recibido alguna formación especial?, ¿Solamente se trata de suerte? En el presente artículo intento brindar algunas pistas sobre aquellas barreras psicológicas que impiden a personas como usted lograr las metas que se proponen.

Locos son quienes esperan resultados diferentes haciendo siempre lo mismo
Nada mejor para comenzar que una historia contada hace unos meses por un empresario reconocido en el medio:

Un maestro de la sabiduría paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre y decidió hacer una breve visita al lugar.
Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de las visitas, también de conocer personas, y de las oportunidades de aprendizaje que obtenemos de estas experiencias.
Llegando al lugar, ambos constataron la pobreza del sitio: los habitantes eran una pareja y tres hijos, tenían una humilde casa de madera y estaban vestidos con ropas sucias, rasgadas y sin calzado.
Entonces se aproximó el maestro al padre de la familia y le preguntó:
—En este lugar no existen posibilidades de trabajo, ni mercados para comercializar tampoco. ¿Cómo hacen usted y su familia para sobrevivir aquí?

El señor calmadamente respondió:

—Amigo mío, nosotros tenemos una vaquita que nos da varios litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o la cambiamos por otros alimentos en la ciudad vecina, y con la otra producimos queso, cuajada, etc. para nuestro consumo, y así es como vamos sobreviviendo.

El sabio agradeció la información, contempló el lugar por un momento, luego se despidió y se fue. En el medio del camino, volteó hacia su fiel discípulo y le ordenó:

—Busca la vaquita, llévatela al precipicio y empújala al barranco.

El joven, espantado, vio al maestro y le cuestionó sobre el hecho de que la vaquita era el medio de subsistencia de aquella familia. Mas como percibió el silencio absoluto del maestro, fue a cumplir la orden. Así que empujó la vaquita por el precipicio y la vio morir...
Aquella escena quedó grabada en la memoria del joven durante años y nunca pudo sacarse el terrible cargo de conciencia por el crimen cometido a instancias de su maestro. Tanto impactó esto en su espíritu, que abandonó al maestro y prosiguió solo su camino.
Años después, el joven aprendiz debía pasar cerca de la casa y tomó la decisión de regresar al lugar, contarle todo a la familia, obtener su perdón y —de ser ello posible— reparar el daño causado. A medida que se aproximaba al lugar vio todo muy bonito, con árboles floridos, una huerta arreglada, una bella casa y niños saludables, adecuadamente vestidos y calzados. El joven se sintió más triste y desesperado aún, imaginando que aquella humilde familia hubiese tenido que vender el terreno para sobrevivir. Aceleró su paso y al llegar a la casa fue recibido por un hombre muy agradable y tranquilo. El joven preguntó por la familia que había vivido allí unos cuantos años atrás, pero el hombre le respondió que ellos vivían allí de toda la vida. Sorprendido, el joven revisó los rostros y descubrió que, efectivamente, se trataba de la misma familia y sólo atinó a preguntar:

—Yo pasé años atrás y éste era un lugar pobre... ¿cómo logró esta prosperidad?

Y el hombre, entusiasmado, contestó:

—Mire joven... años atrás nosotros teníamos una vaquita pero, no sabemos cómo, se cayó a un precipicio y murió. Al principio creíamos que sería nuestra ruina. Sin embargo, obligados por las circunstancias debimos desarrollar otras habilidades y esfuerzos que ignorábamos que fuésemos capaces de lograr. Y así alcanzamos el éxito que usted observa ahora...

¡Cuantos empleados tienen una vaquita que les da seguridad! Trabajan durante años dentro de la misma empresa, se quejan por lo que les pagan y porque sus ideas no son escuchadas y cuando uno les dice “¿por qué no intentas armar tu propio negocio?” responden “¿y si no resulta? Deja, prefiero seguir como hasta ahora, no pagan bien pero por lo menos no corro riesgos”.

La vaquita proporciona los recursos básicos para vivir y una rutina que resulta familiar, pero al mismo tiempo ¡roba la posibilidad de descubrir otras potencialidades y talentos para triunfar!

¿Por qué ocurre esto? Simplemente por miedo al cambio. Son muchos los emprendedores que por temor a lo que podrían perder se siguen aferrando a estrategias que en el pasado fueron exitosas, pero que ahora se han transformado en “salvavidas de plomo”. Es lógico que cuando miran hacia delante solo vean incertidumbre, pero esto se resuelve cuando se tiene sueños que se convierten en una visión tan fuerte, que sirve como norte.

2 comentarios:

cursos de administracion de empresas dijo...

Muy buen aporte. Dar inicio a un emprendimiento y que este sea exitoso no es una tarea fácil. Si bien nada asegura el cumplimiento de los objetivos, considero que los emprendedores capacitados previamente en gestión empresarial cuentan con muchas más oportunidades. La formación oportuna ayudará a tomar mejores decisiones previniendo errores comunes que llevarían a la no continuidad de la entidad en cuestión.

eaeprogramas.es dijo...

Me encanta este cuento, y lo que te enseña. Todos tenemos una vaquita pero es difícil romper con ella.