jueves, 13 de octubre de 2011

PROGRAMANDO A OTROS

La mayor parte de las personas dependen del espejo social, son programadas por las opiniones, las percepciones, los paradigmas de la gente que las rodea. Como personas interdependientes, usted y yo provenimos de un paradigma que incluye la comprensión de que formamos parte de ese espejo social.

Podemos optar por reflejar para los otros una visión clara y no distorsionada de su propio ser. Podemos afirmar su naturaleza proactiva y tratarlos como a personas responsables. Podemos contribuir a consolidar su guión como individuos centrados en principios, basados en valores, independientes y meritorios. Y con mentalidad de abundancia, comprendemos que proporcionar un reflejo positivo a los otros en modo alguno nos empequeñece. Nos hace crecer, porque aumenta nuestras oportunidades de mantener interacción efectiva con otras personas proactivas. En algún momento de su vida, en el que había dejado de creer en sí mismo, probablemente haya habido alguien que sí creyó en usted. Esa persona consolidó en usted un guión positivo. ¿Represento una diferencia?

¿Por qué no ser un programador positivo, un afirmador de otras personas? Cuando el espejo social las lleva a tomar la senda más baja, debe inspirarlas para que tomen una senda superior, porque usted cree en ellas. Las escucha y simpatiza con ellas. No las absuelve de cualquier responsabilidad, las anima a ser proactivas.
Tal vez el lector esté familiarizado con la comedia musical El hombre de La Mancha. Es una hermosa historia sobre un caballero medieval que conoce a una mujer de la calle, una prostituta. La rea firman en su
estilo de vida todas las personas que la rodean.
Pero ese caballero ve en ella otra cosa, algo hermoso y grato. Ve también sus virtudes, y las afirma, una y otra vez. Le pone un nuevo nombre, Dulcinea, asociado a un nuevo paradigma.

Al principio, ella lo niega todo; sus antiguos guiones prevalecen. Descarta al hombre como un soñador ciego a la realidad. Pero él es constante. Efectúa continuos depósitos de amor incondicional, y éste gradualmente penetra en el guión de la mujer. La alcanza en su verdadera naturaleza, en su potencial, y ella
empieza a responder. Poco a poco, cambia su estilo de vida. Cree en su nuevo paradigma y ac túa sobre esa base, para la consternación inicial de todos los que la tratan.

Más tarde, cuando ella estaba revirtiendo su antiguo paradigma, él la llama a su lecho de muerte y le canta una hermosa canción, «El sueño imposible»; mirándola a los ojos, susurra: «Nunca lo olvides, tú eres Dulcinea».
Ese tipo de servicio, ese amor incondicional, puede determinar una diferencia real en la vida de la gente. Una historia clásica propia de las profecías de autocumplimiento se refiere a un ordenador que en Inglaterra fue programado mal por accidente: calificó de «retrasados» a una clase de niños «brillantes», y de brillantes» a una clase de niños supuestamente «retrasados». A partir del informe de ese ordenador se originaron los paradigmas de los maestros sobre sus alumnos, al principio del curso.

Cinco meses y medio más tarde, la administración de la escuela descubrió el error y decidió volver a examinar a los niños sin decirle a nadie lo que había pasado. Los resultados fueron sorprendentes. Los chicos «brillantes» retrocedieron significativamente en los test de coeficiente intelectual. Habían sido vistos y tratados como mentalmente limitados, no cooperativos y difíciles de educar. Los paradigmas de los maestros se convirtieron en una profecía de autocumplimiento.
Pero las puntuaciones de los supuestos «retrasados» se elevaron.

Los maestros los habían tratado como si fueran brillantes, y su energía, su confianza, su optimismo y su entusiasmo habían reflejado, a los ojos de esos chicos, expectativas altas y valía individual. Se preguntó a esos maestros cómo habían ido las cosas durante las primeras semanas del período lectivo. «Por alguna razón, nuestros métodos no daban resultado», contestaron. «De modo que tuvimos que cambiarlos.» La información decía que se trataba de niños brillantes. Los maestros tuvieron que suponer que el fallo estaba en los métodos de enseñanza, por lo cual los reelaboraron.

Fueron proactivos: trabajaron en su círculo de influencia. El aparente retraso de los alumnos no era ni más ni menos que rigidez por parte de los maestros.¿Qué es lo que reflejamos a los otros sobre ellos mismos? ¿Y en qué medida ese reflejo influye en sus vidas? Tenemos mucho para invertir en las cuentas bancarias emocionales de las otras personas. Cuanto más podemos verlas en términos de su potencial inadvertido, más podremos emplear nuestra imaginación en lugar de nuestra memoria (con nuestro cónyuge, nuestros hijos, nuestros colaboradores o empleados). Podemos negarnos a etiquetarlos, y «verlos» de una manera nueva y distinta cada vez que nos encontramos con ellos.

Podemos ayudarles a convertirse en personas independientes y realizadas, capaces de mantener relaciones profundamente satisfactorias, enriquecedoras y productivas.
Goethe enseñó: «Trata a un hombre tal como es, y seguirá siendo lo que es. Trata a un hombre como puede y debe ser, y se convertirá en lo que puede y debe ser».

LOS 7 HABITOS DE LA GENTE REALMENTE EFECTIVA - COVEY STHEPEN

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