domingo, 17 de julio de 2011

AFILA TU HACHA



Si realizáramos un ranking de las frases que más pronunciamos en la actualidad, en los primeros puestos seguro que encontraríamos la de “no tengo tiempo”.

En este mundo que anda a velocidad a veces nos olvidamos de nosotros mismos de nuestro cuidado,Vivimos con una sensación de fondo de que quizá podríamos aprovechar más el tiempo, que podríamos estar haciendo más cosas, que podríamos llegar más lejos.Nos sentimos culpables si el tiempo no es “productivo” o “rentable”.

Tener en cuenta estas tres fases es importante para que cualquier actividad sea productiva “Preparar, desarrollar y recoger.”

El tiempo improductivo nos pesa, y no sólo en el terreno laboral, sino incluso en nuestros espacios de ocio. Las vacaciones son un buen ejemplo; más que saborearlas, las convertimos en productivas de alguna forma: para dar una imagen ante los demás, para acopiar recuerdos y fotografías para el futuro…, para algo más que el simple disfrute.

Les propongo reflexionar sobre nuestro tiempo con el siguiente cuento:

“Había una vez un leñador que se presentó a trabajar en una maderera. El sueldo era bueno, y las condiciones de trabajo, mejores aún, así que el leñador se propuso hacer un buen papel.

El primer día se presentó al capataz, que le dio un hacha y le asignó una zona del bosque. El hombre, entusiasmado, salió al bosque a talar. En un solo día cortó dieciocho árboles.

–Te felicito, sigue así –dijo el capataz.

Animado por estas palabras, el leñador se decidió a mejorar su propio trabajo al día siguiente. Así que esa noche se acostó temprano.

A la mañana siguiente se levantó antes que nadie y se fue al bosque. A pesar de todo su empeño, no consiguió cortar más de quince árboles.

–Debo de estar cansado –pensó. Y decidió acostarse con la puesta del sol.

Al amanecer se levantó decidido a batir su marca de dieciocho árboles. Sin embargo, ese día no llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron siete, luego cinco, y el último día estuvo toda la tarde tratando de talar su segundo árbol.

Inquieto por lo que diría el capataz, el leñador fue a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se estaba esforzando hasta los límites del desfallecimiento. El capataz le preguntó:

–¿Cuándo afilaste tu hacha por última vez?

–¿Afilar? No he tenido tiempo para afilar: he estado demasiado ocupado talando árboles”.

Es obligatorio que paremos y afilemos nuestra hacha. La forma de hacerlo es conociendo las trampas en las que solemos caer por culpa de esa sensación de falta de tiempo.

Trampa 1: correr

La rapidez, que es una virtud, engendra un vicio, que es la prisa (Gregorio Marañón)

Los humanos somos tan inocentes que nos llegamos a creer que si corremos podremos llegar a todo lo que nos hemos propuesto.
Lo lamentable es que en aquellos casos en que no queremos correr, los demás nos contagian.

Trampa 2: eliminar actividades gratificantes

El trabajo más productivo es el que sale de las manos de un hombre contento (Victor Pauchet)

El día tiene 24 horas, así que como no podemos alargarlo recortamos la lista de cosas por hacer. Desgraciadamente, las que eliminamos son las actividades no productivas, es decir, las placenteras. Y pensamos que si nos queda algún hueco ya iremos a tomar un café con nuestro amigo o nos daremos un paseo, lo cual al final no sucede nunca.


Trampa 3: No hacer un hueco para ordenar y planificar

No hay como el orden para enseñar a ganar tiempo (anónimo)

Recordemos las últimas palabras del leñador: “¿Afilar? No he tenido tiempo para afilar: he estado demasiado ocupado talando árboles”. Estamos demasiado ocupados trabajando para parar y ordenar. Y el orden es imprescindible para optimizar nuestro rendimiento.

Trampa 4: No parar

para reflexionar
El tiempo de la reflexión es una economía de tiempo (Publio Siro)

Si el día no nos llega para cumplir todas las obligaciones, o nos llega pero a costa de nuestro bienestar, está claro que nos hemos de parar a reflexionar sobre qué obligaciones eliminamos.

Intentemos no caer en todas estas trampas y, sobre todo, no esperemos que esta sensación de falta de tiempo que caracteriza a la sociedad actual la superen futuras generaciones, superémosla nosotros.